miércoles, 21 de julio de 2010

La verdad sobre los OVNIs

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“Los platillos volantes existen, claro que sí, pero no vienen de otros planetas. Los construímos nosotros”.

Esta sorprendente revelación nos viene de boca de un anciano nacionalsocialista, rememorando sus tiempos de oficial del Tercer Reich. Afirmaciones como ésta pueden parecer chocantes a primera vista, pero el caso es que no ignoramos que los primeros avistamientos de OVNIs se registran a partir de 1947, y nunca antes.

Sabemos que los aliados tenían noticias, hacia el final de la guerra, del desarrollo de extraños “aviones circulares” propulsados por un motor giratorio central.

Sabemos que las primeras noticias en la prensa mundial referidas a estos avistamientos no dudaban en identificarlos como “armas del enemigo alemán”.

Muchas de estas primeras noticias mencionan que los aparatos avistados lucían la svastica en su reluciente superficie.

En 1950, un comerciante de cereales californiano tuvo la oportunidad de ver de cerca a un par de ocupantes de uno de estos platillos, que había tomado tierra en el linde de su propiedad, y declaró que dichos tripulantes se comunicaban “en perfecto alemán”.

Sin embargo, comenzada la década de los cincuenta, se deja de mencionar a los nazis y toman popularidad en la prensa las versiones del supuesto origen extraterrestre de los misteriosos discos volantes. Una evidente maniobra distractiva de la inteligencia americana. Pero, ¿qué pasó con los OVNIs de Hitler?

Se ha fantaseado mucho con que el Tercer Reich habría llegado a establecer una base en la cara oculta de la luna, muchos años antes de la llegada de los americanos al satélite. Absurdo, desde luego. Una explicación más razonable nos dice que los platillos volantes fueron trasladados por el Reich a una base en la Antártida, desmontados y transportados en submarinos plegables (también se encontraron planos de estos ingenios al finalizar la guerra). El Reich seguiría así, a traves de una élite de las SS, operando en el Polo Sur, desde el que se llevarían a cabo periódicamente vuelos de estudio sobre Europa y América, que serían tomados erróneamente como de origen extraterrestre.

Yo recuerdo un comic del pato Donald que leí de niño: el pato y su familia viajaban a la Antártida y se encontraban con una civilización de pingüinos evolucionados. Los pingüinos manejaban una tecnología más avanzada que la del hombre (bueno, que la del pato) basada en el dominio de una misteriosa energía. Se afirma que los nazis andaban a la búsqueda del dominio de una energía total a la que llamaban “vril”. Se dice que hacia el final de la guerra podrían haber descubierto y dominado esta energía. Corría el rumor de que los platillos volantes del Tercer Reich utilizaban un sistema antigravitatorio impulsado por un “motor a implosión”, ecológico y eficaz, desarrollado por el científico alemán Viktor Schauberger, en detrimento del judaizante motor a explosión.

Volviendo a la Antártida, puede que los pingüinos evolucionados acabaran a la larga pilotando los OVNIs nazis. Puede que ya exista un Cuarto Reich de pingüinos nacionalsocialistas superdesarrollados que nos vigilan, esperando el momento de entrar en acción. Y cuando ese momento llegue, nos pillarán distraídos mirando estúpidamente hacia Marte.

domingo, 18 de julio de 2010

taranis: Superavion robotico invisible

El Ministerio de Defensa del Reino Unido presentó el prototipo de un avión robótico completamente autónomo, invisible al radar y capaz de volar incluso entre continentes. Dotado de un ordenador de a bordo considerado el más inteligente de su tipo, y bautizado como el dios celta del trueno “Taranis”, ha necesitado de cuatro años de trabajo y -al menos oficialmente- unos 215 millones de dólares para ser construido. En su desarrollo han participado empresas muy conocidas como BAE Systems, Rolls-Royce, Qinetiq y GE Aviation, y organismos del estado inglés como Ministerio de Defensa.

Taranis, el primero de una nueva generación de aeronaves de combate no tripuladas

Si todo sale como el gobierno británico pretende, Taranis no será otra cosa que el primer paso dentro de un plan que promete proporcionar a ese país una nueva generación de aeronaves de combate no tripuladas, capaces de volar hasta otro continente para realizar misiones sin ser detectadas por el radar. Taramis y sus descendientes podrán ser controlados desde cualquier sitio del planeta gracias a un sistema de control satelital. Los periódicos especializados han coincidido en señalar que este avión no tripulado “constituye la cumbre de la ingeniería británica y el diseño aeroespacial”. El ministro de defensa del Reino Unido comparte esta opinión, y ha declarado que "Taranis es un proyecto realmente de vanguardia, que refleja los últimos avances del diseño aeroespacial y las habilidades tecnológicas de nuestro país, convirtiéndose en un dispositivo líder en el escenario mundial".

Tiene la capacidad de operar de forma completamente autónoma.

Unas de las características que convierten a Taranis en algo único es su capacidad de transportar armas. Si bien no es el primer avión robótico armado hasta los dientes -el MQ-1 Predator, por ejemplo, dispone de diferentes tipos de armas- lo cierto es que hasta hoy ninguno tenía la capacidad de operar de forma completamente autónoma en territorio enemigo. Mientras que los drones actuales requieren de la supervisión de un piloto y el control aliado del espacio aéreo en el que operan, Taranis opera de forma automática y solitaria. La revista especializada Jane's Defence Weekly ha comparado la importancia del nacimiento de este avión con el desarrollo de los primeros aviones de combate en la época de la Primera Guerra Mundial. El fundamento de semejante afirmación hay que buscarlo en el desarrollo histórico de aquellos aviones: primero fueron usados en tareas de reconocimiento, luego para bombardear posiciones estratégicas, y por último fueron capaces de combatir contra aviones enemigos de características similares.

¿Cuanto falta para que construyamos algo como esto?

Sin embargo, es muy posible que el propio Taranis nunca entre en servicio activo. Las autoridades del Reino Unido han explicado que solamente se trata de un primer paso destinado a demostrar lo que permite hacer esta tecnología, un “concept” que permitirá ensayar técnicas, tecnologías y materiales que más adelante permitirán desarrollar toda una generación de aviones robóticos avanzados. El modelo presentado comenzará a realizar vuelos de prueba a principios del año próximo, y para algunos críticos serán los abuelos de los robots voladores vistos en la saga de películas “Terminator”. Dejando de lado este tipo de especulación tremendista, lo cierto es que resulta bastante preocupante la forma en que los distintos gobiernos del mundo siguen desarrollando herramientas destinadas a machacar gente, incluso en otros continentes.

la verdad sobre tutankamon

Familia de Tutankamon
Un Tutankamón pálido, con las piernas deformes y a punto de morir de malaria, posa junto a su verdadera madre, que, en contra de lo que se creía, no es Nefertiti. Es el nuevo retrato de la familia imperial.
El clan al desnudo Señoras y señores, les presentamos un auténtico striptease faraónico. Las mejores fotos de la dinastía de Tutankamón; no se habían visto hasta la fecha y se han publicado en el Journal of the American Medical Association junto al informe del estudio dirigido por Zahi Hawass. La investigación, realizada por el Consejo Superior de Antigüedades de Egipto, ha durado más de dos años.
1.- Amenofis III. El cuerpo del abuelo apareció con la cabeza arrancada y los huesos rotos.
2.- Tuya. La bisabuela muestra en sus orejas perforaciones de pendientes.
3.- Yuya. Los restos del bisabuelo, bien conservados, permiten distinguir los rasgos de un anciano.
4.- Tiya. La momia de la abuela aún conserva gran parte de su tupida cabellera.
5.- KV35yl. La mamá de Tut está mutilada. Le arrancaron la boca y la mejilla.
6.- Tutankamón. Su momia apareció con el pene desprendido. Tardaron 83 años en encontrarlo.

Las sombras se mueven a su alrededor, pero la oscuridad nunca se desvanece del todo", dijo sobre Tutankamón su descubridor en 1922, el aventurero británico Howard Carter. Ahora, 88 años después, la ciencia ha arrojado un poquito más de luz sobre los fascinantes misterios que envuelven al faraón más famoso de todos los tiempos. ¿Fue asesinado? ¿Nació fruto de un amor incestuoso?

El joven Tut falleció en el año 1340 a. C. Pero una parte de sus enigmas milenarios han sido ahora desvelados gracias a una batería de análisis de ADN realizados por el arqueólogo egipcio Zahi Hawass a los restos del soberano y a otras quince momias. Y las conclusiones son fascinantes: el monarca podría haber muerto de una enfermedad tropical, y su madre quizá fuera ¡una hermana de su propio padre!

Una madre sin identificar

Para comprender con claridad la truculenta historia familiar que rodea al rey Tut, hay que retroceder hasta 1898. Ese año, el aventurero francés Victor Loret descubrió en el Valle de los Reyes una pequeña tumba, la KV35. Se trataba de un sepulcro no excesivamente suntuoso que fue construido para servir de refugio temporal de los restos del faraón Amenofis II, aunque posteriormente (tal y como se dedujo al interpretar algunas de sus inscripciones) también albergó ocasionalmente los cuerpos de otros personajes, como Amenofis III y Ramsés IV.

Gemelos sin nombre.
Tut tuvo dos hijos, que nacieron muertos. Los fetos aparecieron en su tumba.

Pero en su interior no aparecieron los cuerpos de ninguno de ellos. En su lugar, se encontraron tres misteriosas momias. Una masculina, y las otras dos femeninas. La primera, que aún lucía una frondosa melena negra, fue apodada "La Vieja Dama", y la otra, bautizada como KV35YL, recibió el apelativo de "La Joven Dama". ¿Pero quiénes eran estas mujeres?

Sus identidades ha sido objeto de numerosas elucubraciones. Algunas de ellas más románticas que científicas. Así, en el año 2003 la egiptóloga británica Joann Fletcher se mostró convencida de que la momia KV35YL pertenecía a la mítica y bella Nefertiti, esposa principal del fararón Akenatón (también conocido como Amenhotep IV). Y apuntaba la posibilidad de que esta legendaria reina fuera también la madre de Tutankamón. Frente a ella se posicionaron otros estudiosos que creían que la madre de Tut debía de ser Kiya, otra de las esposas de Akenatón.

Pues ni la una, ni la otra. Zahi Hawass y su equipo han revolucionado el mundo de la egiptología con sus estudios genéticos, y han establecido el que consideran el árbol genealógico definitivo de este joven faraón. Un linaje de lo más morboso, tal y como veremos a continuación.

Las pruebas de ADN parecen demostrar que el abuelo de Tutankamón fue el faraón Amenofis III (también llamado Amenhotep III), y que su abuela fue quien después se convirtió en la momia melenuda conocida como "La Vieja Dama", ahora identificada como Tiya, esposa del soberano. Esta mujer, que al parecer poseía una belleza asombrosa, no era de sangre real, sino hija de una familia de poderosos terratenientes, y se desposó con el monarca gracias a sus encantos. Los historiadores la describen como una persona ambiciosa, y dicen que era quien realmente manejaba las riendas del poder durante el reinado de su esposo.

De la unión de Amenofis III y Tiya nacieron varios hijos, entre ellos Akenatón, quien se casó con Nefertiti. Como ella tampoco se quedaba corta en lo que a ansias de poder se refiere, los estudiosos dicen que la relación entre suegra y nuera no era buena. ¿Pero fue Tutankamón hijo de Nefertiti?

Los análisis realizados por Hawass parecen demostrar que, efectivamente, el padre de Tut fue Akenatón, y que la madre es quien después se convirtió en la momia de "La Joven dama", KV35YL (un nombre muy poco maternal, todo hay que decirlo). Estas pruebas tiran además por tierra la tesis de que dichos restos perteneciesen a Nefertiti, ya que los análisis han demostrado que se trataba de una hermana del propio Akenatón. Queda así demostrado que Tut nació fruto de una relación incestuosa, aunque la identidad de su madre sigue siendo una incógnita.

Polémica sobre la paternidad

Pero este árbol genealógico no acaba de convencer a todos los historiadores. Francisco Martín Valentín, director del Instituto de Estudios del Antiguo Egipto, tiene sus dudas acerca de la paternidad de Akenatón. "Mis reparos nacen realmente de que no existe una certeza absoluta de que los restos atribuidos a este faraón fueran realmente suyos", asegura el investigador.

Los supuestos restos de Akenatón fueron hallados en 1907 por Edward R. Ayrton en una extraña tumba bautizada como KV55. Se trata de uno de los sepulcros más enigmáticos jamás encontrados. Sin inscripciones ni grabados, de una austeridad insólita. Y para añadir más misterio, en su interior apareció un sarcófago sin máscara funeraria y del que se habían borrado las inscripciones referentes a la identidad de su propietario. Más que una tumba, parecía un escondite en el que se hubiera querido ocultar los restos de una persona non grata.

Este suceso es uno de los indicios que han hecho pensar a los historiadores que el personaje allí enterrado era Akenatón, ya que se trata de un faraón considerado hereje, que rompió con la ordotoxia religiosa de su dinastía y que, por ello, cayó en desgracia.

Para Martín Valentín, la identificación de los restos de la tumba KV55 como pertenecientes a los de Akenatón está muy lejos aún de ser probada. De hecho, él sostiene su propia teoría sobre quiénes son (en su opinión) los padres de Tutankamón: Amenofis III (que en el árbol genealógico de Hawass sería su abuelo) y una hija de este, Satamón. Con lo que, en ambas hipótesis, el origen incestuoso de Tut se mantiene. "El incesto era una práctica habitual en la familia real egipcia, un medio para conservar la pureza de la sangre", explica el egiptólogo español.

Pero el estudio genético recientemente presentado ha despertado otras sospechas. Así, el antropólogo Eudald Carbonell se sorprende de que estas pruebas se hayan realizado con ADN nuclear, y no mitocondrial, que es el que se hereda exclusivamente de la madre, como sería más lógico.

Por su parte, Carles Lalueza Fox, profesor de Biología y Genética de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, está convencido de que los análisis mitocondriales sí existen, pese a lo que diga Hawass. "Estoy seguro de que las pruebas se han realizado", afirma el científico español, "pero imagino que se guardan los resultados para anunciarlos en una segunda entrega de esta historia". De verificarse esta sospecha, significaría que los expertos egipcios puede que ya conozcan el nombre de la madre de Tutankamón.

En lo que sí existe más unanimidad entre los especialistas es a la hora de aceptar los resultados médicos que se deducen de los estudios genéticos realizados a la momia de Tutankamón.

Tut no tenía pechos de mujer

Las representaciones del faraón acostumbraban a recrearle con una imagen feminoide y con una cabeza desproporcionada, lo que motivó que algunos historiadores especulasen con la posibilidad de que hubiera sufrido de ginecomastia (un desarrollo excesivo de las glándulas mamarias) y de síndrome de Marfan, enfermedad que provoca una exagerada deformidad craneal.

La investigación de Hawass desmiente estos mitos, ya que: "Las supuestas mamas del joven rey no han podido ser probadas porque su momia carece de parte frontal. Su pene sí está suficientemente desarrollado, y los huesos de la pelvis, pese a estar fragmentados, no muestran características femeninas", explicó el investigador. Por tanto, las representaciones artísticas que mostraban a Tut con una imagen feminoide podrían deberse a cuestiones religiosas. "No es el único monarca que aparece representado de una manera similar. Es una imagen idealizada, en la que la presencia de rasgos de ambos sexos en una persona acentúa su divinidad", apunta Zahi Hawass.

Tutankamón no tenía pechos femeninos. De acuerdo. Ni tampoco síndrome de Marfan. Pero, pese a ello, su salud y su estado físico eran realmente lamentables. Lo más llamativo fue que las pruebas realizadas a los restos del faraón evidenciaron la presencia de tres genes vinculados al Plasmodium falciparum, parásito responsable de la malaria. ¿Pudo ser esa enfermedad la que le provocó la muerte?

"Eso es algo realmente imposible de saber", asegura Francisco Martín Valentín. "Ni el propio Hawass se atreve a afirmarlo de forma rotunda en su estudio. Solamente tenemos la seguridad de que sufrió esa enfermedad, pero en el fallecimiento pudieron influir muchos factores."

Más radical aún se muestra Giuseppe Novelli, jefe del Laboratorio de Genética Médica de la Universidad Tor Vergata (Roma), quien ha publicado un artículo en Nature puntualizando algunos de los resultados de la investigación de Zahi Hawass. "Encontrar pruebas de la existencia del parásito de la malaria no resulta tan sorprendente, ya que debía de ser bastante común en Egipto. Además, en las regiones palúdicas, las personas que sobreviven en su infancia suelen desarrollar una especie de inmunidad parcial contra la malaria que las protege de la enfermedad en las etapas adultas de su vida", afirma el experto, quien considera muy aventurado considerar definitivamente esta enfermedad como causa última de la muerte del faraón.

Una herida misteriosa

Para el antropólogo y arqueólogo Eudald Carbonell, el hecho de si murió o no de malaria es secundario. "Esta es una investigación pionera que cambia la manera de estudiar la historia antigua", explica. "Aunque es probable que nunca tengamos la certeza absoluta de qué o quién mató al faraón. La falta de órganos internos en las momias provoca que un diagnóstico definitivo sea algo casi imposible, pero ahora sabemos cosas que ni habíamos sospechado. Aunque muchos interrogantes todavía persistan."

Incógnitas como las referidas a la grave herida que sufrió en la rodilla izquierda. El estudio dirigido por Hawass y su equipo ha encontrado evidencias de la existencia de una necrosis ósea vascular provocada por la falta de riego sanguíneo. La herida pudo producirse por múltiples razones, desde un ataque con una espada o un instrumento cortante hasta una aparatosa caída del carro mientras cazaba. Pero el investigador egipcio cree que la malaria que padecía el faraón agravó aún más la infección de la herida y le provocó la muerte. Mientras que otros expertos, como Martín Valentín, opinan que la colaboración de dicha enfermedad no era necesaria para acabar con el joven rey. "La infección de una herida de esa magnitud hoy se cura con antibióticos, pero en los tiempos de Tut podía ser letal".

Por tanto, la ciencia (por medio de una de sus disciplinas, la genética) acaba de arrojar algo de luz sobre las tinieblas que rodean al faraón, pero no ha acabado de disiparlas. El misterio de Tutankamón aún nos desafía desde su tumba, y la fascinación por el Antiguo Egipto permanece intacta.

Un faraón en la UVI: el cuadro clínico del rey Tut

  • Fractura de cráneo Las pruebas de TAC revelaron que tenía un hueso de la calavera incrustado en la zona del cerebro. Por eso se dijo que pudo ser asesinado de un golpe. Hoy se piensa que fue fracturado accidentalmente por Howard Carter, o por los propios embalsamadores.
  • Paladar hendido. Defecto congénito que deforma la boca.
  • Problemas vasculares. La deficiente circulación sanguínea debilitó sus tejidos.
  • Síndrome de Köler II. Un grave trastorno óseo que causa la deformación de las articulaciones.
  • Infección dental. Revelada por restos de pus en las muelas del juicio.
  • Malaria. Las pruebas para detectar el parásito de esta enfermedad dieron positivo en la momia del joven monarca y en las de otros tres miembros de su familia; uno de ellos, su supuesto padre, Akenatón.
  • Rodilla herida. Sufrió una herida muy profunda que provocó una gran hemorragia en la pierna izquierda. Se ha especulado con que pudo ser infligida con una espada o debida a una aparatosa caída. Al no existir anticoagulantes, una lesión así podía ser mortal.
  • Pie izquierdo deformado, o zambo.

Última morada del soberano adolescente

La sepultura fue descubierta en 1922, y aunque ya había sido víctima de los saqueadores, aún se hallaron 143 joyas entre las capas de tela que envolvían el cuerpo del faraón

que pasa cuando tomamos??????

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Los poetas malditos la describieron como la bajada a los infiernos. Después de una noche de excesos, la absenta fermentaba en sus cuerpos con la misma impiedad que sus pasiones y tormentos, llevándoles a una muerte prematura y salvaje. Con pluma más prosaica, pero certera, los científicos siguen encontrando razones para investigar el álter ego forzoso del placer: la resaca. Sería uno de esos regalos de la medicina encontrar una píldora que acabara con estos síntomas de un plumazo. Y en ello están. Pero las razones que les impulsan a encontrar el remedio contra la resaca van más allá.

Si el bebedor la sufre en sus carnes, al empresario le duele en su bolsillo, a juzgar por las cifras que arroja la consultora Behavioural Healthcare. En España, más de la mitad ha tenido que afrontar los trastornos derivados de la ebriedad de sus empleados, y hasta un 5% del absentismo laboral está provocado por las resacas.Uno de cada diez empleados trabaja con resaca al menos una vez al mes. Y aún hay un dato más demoledor: el 30% de los accidentes laborales los causan el abuso de alcohol y las drogas.
Fuera de nuestro país, los ciudadanos tampoco brillan por su recato a la hora de empinar el codo. En Inglaterra, más de medio millón de trabajadores empieza cada día su jornada laboral con resaca, según un estudio de la compañía Drinkware. El balance es: 2.700 millones de libras anuales en el sistema sanitario a causa de las borracheras; 17 millones de jornadas laborales perdidas y unos 20.000 millones de libras menos en las arcas estatales.

La resaca es la cara visible del exceso de alcohol. “Dependiendo del nivel de alcoholemia, así será la resaca”, añade el doctor Antonio Gual, del Institut de Neurociències de l’Hospital Clínic de Barcelona, “y se desencadenará un cuadro en el que no faltará una crisis de angustia, y a veces de depresión, al querer el organismo deshacerse del estado en que se encuentra”. Pero, con el placer que nos provoca una reunión con chupitos y otras bebidas, ¿por qué la consecuencia es tanto malestar si hay exceso? ¿No hay nada que la ciencia pueda hacer al respecto?

En el Imperial College de Londres, el polémico profesor David Nutt trabaja en la elaboración de una bebida alcohólica sintética que pueda mantener la sensación de embriaguez, pero que sea inocua para el organismo y libre de resaca. Podría estar disponible en cinco años, si no fuera porque sus controvertidas opiniones acerca de la droga suponen un mazazo a su credibilidad en el Gobierno británico, que debería respaldar y autorizar la venta de este compuesto. La controversia surge porque entre sus componentes están las benzodiacepinas, medicamentos psicotrópicos que actúan sobre el sistema nervioso y que tienen efectos sedantes y ansiolíticos.

El neurólogo José Félix Martí Masso, jefe de Servicio de Neurología del Hospital Donostia, dice: “Es verdad que la resaca intensa es más un mecanismo protector del alcoholismo que inductor de un daño cerebral en sí mismo; sin embargo, supone una toma de alcohol en grandes cantidades que, de forma crónica, es tóxica para el cerebro. Hay un gran número de enfermedades cerebrales que se producen por el exceso de alcohol”.

Beber sin miedo

Científicos de la Escuela de Ciencias Biológicas de la Universidad de Southampton han conseguido un gran avance (véase el recuadro de la derecha, Gusanos beodos) al identificar un neurotransmisor implicado en la resaca.

Si consiguen neutralizarlo, probablemente se detendría la cascada de efectos indeseados que sentimos tras la ingesta abusiva de alcohol. El doctor Francisco Pascual, de la Sociedad Científica de Estudios sobre el Alcohol, asegura: “De momento, ningún milagro tradicional cura el cuadro de abstinencia que sigue a una noche de juerga. Ni siquiera valdría el alivio que supondría una pequeña dosis de alcohol, ya que, si bien restablecería el equilibrio en los circuitos neuronales, precipitaría la dependencia”. Solo la ciencia puede dar con algún remedio realmente eficaz.

El último llega de la Universidad de Barcelona, en colaboración con el Laboratorio de Magnetismo y Nanotecnología de la Universidad de Santiago de Compostela, y acaba de ser portada de la revista Journal of the American Chemical Society (JACS). Se trata de nanopartículas formadas por átomos de plata que podrían evitar los daños celulares provocados por el etanol.

¿Y no sería suficiente el martirio de la resaca para disuadirnos la próxima vez que tuviésemos ocasión de emborracharnos? Investigadores de la Universidad de Binghamton, en Nueva York, han experimentado con ratones; cuál no sería su sorpresa al comprobar que los roedores adolescentes sufren resacas más leves y con niveles más bajos de ansiedad, por lo que su recuperación es más rápida y la borrachera acaba siendo mucho más gratificante que para un adulto.

Resaca adulta vs. joven

En las ratas mayores, sin embargo, la resaca abortó cualquier comportamiento social, su ansiedad fue más alta y el alcohol acortó su vida. En ellas, las consecuencias tan adversas y su mayor vulnerabilidad ante el alcohol sí resultaron disuasorias para un consumo posterior. Los resultados de este experimento, publicados en Alcoholism: Clinical&Experimental Research, permiten deducir que esta resistencia de la población más joven, aunque transitoria, les llevaría a desdeñar los efectos adversos del consumo inmoderado de alcohol, algunos irreversibles: pérdida de memoria, trastornos mentales y riesgo de adicción solo siete meses después de emborracharse con regularidad. En España, el último informe de Sanidad sobre la evolución del consumo de drogas corrobora esta actitud, y desvela una tendencia creciente de los jóvenes a las borracheras intensivas y un descenso del consumo en la población general.

Otro de los grandes embrollos que empiezan a esclarecer los científicos es por qué unas personas soportan las resacas mejor que otras, aun cuando sus niveles de alcohol sean similares o incluso más altos. Hace tiempo, los investigadores empezaron a usar herramientas novedosas de medición de la resaca. Una de las más populares es la llamada Hangover Symptoms Scale de la profesora Damaris Rohsenow, de la Universidad de Providence. Ella la probó con 54 marinos suecos y 135 universitarios de Boston, a quienes hicieron beber cerveza, vodka o bourbon hasta alcanzar 1,2 g/kg en hombres y 1 g/kg en mujeres.

Después de 8 horas de sueño, les pasaron el cuestionario y puntuaron de 0 a 7 varios síntomas: sed, agotamiento, dolor de cabeza, mareos y desmayos, falta de apetito, dolor de estómago, náuseas y taquicardias. Las puntuaciones sirvieron a Rohsenow para establecer relaciones entre la intensidad de los síntomas y la presencia de tóxicos en cada clase de bebida. Y aunque demostró que las bebidas oscuras provocan efectos colaterales más desagradables, la disfunción cerebral se mantenía a la mañana siguiente en cualquiera de los casos.

El mareo está en los genes

Este tipo de mediciones ha permitido también comprobar que la mujer es más propensa a desarrollar resaca. Martí Masso encuentra otros agravantes: “Las resacas empeoran a medida que envejecemos, seguramente a causa de la disminución de la enzima alcohol deshidrogenasa. También los enfermos con migraña tienen resacas peores, y probablemente los hipertensos”. Habla también de cómo la mayoría de la gente del Este de origen asiático presenta una mutación en el gen de esta enzima que les provoca síntomas de resaca grave. Sin embargo, estas personas son menos propensas a volverse alcohólicas.
Y una última observación muy curiosa para la ciencia que estudia la resaca: en Finlandia, las hemorragias cerebrales tienen lugar con mayor frecuencia los lunes, después de las borracheras del fin de semana…